"...mejor, pues, que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época." J. Lacan.

Fantasía y realidad

Conferencia pronunciada en Donostia, (29.11.03)

Aún no me había planteado preparar está conferencia, cuando trabajando otros textos y otros compromisos, concretamente mi seminario de este año en Valencia, sobre "Extravíos de la feminidad" me encontré con esta cita de Freud que rescato del caso Dora. En la página 995 de la edición de López Ballesteros, Freud escribe:

"La incapacidad de satisfacer una demanda real de amor es uno de los rasgos característicos esenciales de la neurosis. Los enfermos se hallan dominados por la antítesis entre realidad y la fantasía. Cuando encuentran en la realidad aquello mismo que más intensamente desean en su fantasía, huyen presurosamente de ello, entregándose con tanto mayor abandono a sus fantasías".

Me parece que es una buena cita para empezar a abordar el tema, pues en ella se condensan algunos elementos imprescindibles para abordar las estructuras clínicas, las teorías sobre el amor que construye Freud y el desencuentro estructural entre los seres hablantes en lo que se refiere al amor, al deseo y al goce; pero también informa de como lo pulsional, que se satisface siempre, -lo sabemos-, encuentra sus propios circuitos inconscientes de realización más allá de los velos que la articulación simbólica del amor requiere.

Eso pulsa y lo real está ahí, produciendo la insatisfacción, la duda, la certeza, la constatación de la falta, o la negación de la misma, en los seres hablantes. Por otra parte, la perversión, tan presente en la obra de Freud, en tanto que le interroga, exige que le demos su estatuto, tanto en lo privado del sujeto como en las respuestas al lazo social y al malestar en la cultura.

¿Y cómo explica Freud esta evidencia, está constatación de la distancia entre lo que un sujeto dice querer y lo que desea? Con la primera tópica y, solidaria con ella, construye poco a poco, sobre la noción de fantasía, un concepto. Por su parte, J. Lacan, nos da la "solución" sobre la vertiente del Pase y he recogido para la ocasión un fragmento de su Seminario Los no-incautos, yerran, o como dice otra traducción Los no-engañados, se equivocan, alrededor de la pregunta ¿Qué quiere decir sostener una palabra?

Incidencia de la fantasía sobre la realidad psíquica

El sujeto se refugia en la fantasía cuando la realidad le es hostil, nos dice Freud. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que la fantasía desvela la verdad del sujeto. Por ejemplo:

a) Juanito construye una fantasía en torno al nacimiento de su hermana Ana, para armonizar la realidad y articular su deseo como prevenido (fobia).

b) Leonardo Da Vinci, que construye una fantasía en torno al recuerdo infantil de buitre/milano.

c) Schreber, y el delirio como intento de curación.

d) En todas aquellas situaciones en las que si se borran los límites entre la fantasía y la realidad emerge lo siniestro como en el caso del libro del Arenero, de Hoffman. e) Dora y sus síntomas. Por ejemplo, pegan a un niño y el fantasma que representa la frase en sí misma.

f) En el arte, donde el artista transpone sus fantasías en creaciones artísticas por efecto de la sublimación, pues aún cuando se haya retirado de la insatisfactoria realidad, actúan los mismos mecanismos de lo inconsciente y de sus formaciones. Al respecto, Freud cita La Gradiva de W. Jensen, con relación a la distancia conceptual que sostiene Freud entre el amor y la pulsión, entre lo sublime y la sublimación, entre el cuerpo y el pensamiento, entre la castración y su parodia.

g) En la degradación de la vida erótica donde la disociación entre el amor y el deseo pone de manifiesto la impotencia del sujeto y su escisión.

h) En aquellos tipos psíquicos que fracasan al triunfar y sobre todo en la formación de los síntomas por efecto de los "sueños diurnos" y por efecto de la fijación de la libido a lugares fantaseados.

Del real fáctico al real independiente de lo fáctico

Aunque Freud aborda muy pronto el concepto de fantasía, no será hasta el abandono de su "neurótica", que pueda conceptuar los efectos en el sujeto. Es decir, es a partir de 1909 y ocupado ya por la clínica de la "psicosis" y de la "neurosis obsesiva" y la construcción de los conceptos de "narcisismo" y del papel del "Padre" (Tótem y Tabú) cuando podrá hablar de fantasía en el sentido que conocemos hoy, es decir en el sentido del fantasma y su articulación con el síntoma, lo cual redobla y permite en la "Conferencia 23" y en "Inhibición síntoma y angustia" reformular el concepto de síntoma.

Hasta esa fecha su concepto de fantasía remite a lo imaginario, pues el fantasma irrumpió en el discurso analítico como una producción imaginaria que el sujeto tiene a su disposición para ciertas ocasiones más o menos frecuentes. Pero veamos que dice Freud, antes y después de abandonar la teoría de la seducción.

1.- El trauma

Ya en la comunicación preliminar de 1892, Freud nos dice al respecto: La histérica sufre de reminiscencias, que son representaciones patológicas inconscientes que invaden la conciencia y gobiernan su existencia y se pregunta ¿cuál es la causa? La causa es psíquica, la represión. ¿Qué se reprime? Primero dirá: el trauma (real fáctico) que en la histeria tiene que ver con una experiencia sexual pasiva (asume su división) y en la Neurosis Obsesiva con una experiencia sexual activa (tapa su división, intenta aislarla). Después dirá: El Edipo y la sexualidad infantil (real independiente de lo fáctico). A partir de este momento utiliza el mito cada vez que tiene que hablar de un proceso primario.

Aún así, en la "Carta 52" Freud establece la relación de la histeria y la perversión con la angustia y dice que el ataque histérico no es una expresión de las emociones, no es una descarga, sino una acción, es decir un medio para la reproducción del placer. Los accesos de vértigo y de llanto están dirigidos a ese otro prehistórico e inolvidable que nunca pudo llegar a ser igualado. Esta formulación implica la primera alusión freudiana al "objeto a". Implica también la idea de un sujeto dividido fracturado por las identificaciones, es decir sin identidad, sostenido en su indeterminación. Y eso es lo que guiará la técnica del desciframiento y nos pone sobre la pista del inconsciente freudiano. Cuando Freud se da cuenta de que el trauma es posterior a la estructura, formulara que la causa de la represión y la elección de la neurosis están subordinados a lo expresado en el "Proyecto" y en la "Carta 52".

Los síntomas son pues para Freud en esta época una exteriorización de aquellas pulsiones que se considerarían como perversas, pero reprimidas. Es decir desviadas respecto al objeto (elección narcisista) o al fin (sobrevaloración del objeto: amor o sublimación) (desviación del fin: fetichismo, exhibicionismo-voyerismo, sadismo-masoquismo)

Esta concepción trae dos consecuencias:

A.- La necesidad de teorizar las pulsiones parciales y las zonas erógenas.

B.- La consideración de que las fantasías, consuelo o recurso contra el síntoma (sueño diurno) que tienen los neuróticos son un camuflaje ignorado por el sujeto de una constitución fantasmática que justamente es la que origina los síntomas.

Así, como ya he dicho, el fantasma irrumpió en el discurso analítico como una producción imaginaria que el sujeto tiene a su disposición para ciertas ocasiones más o menos frecuentes. Por ejemplo, además de los referentes anteriores, podemos ver que Anna O habla de su teatro privado y en "El poeta y los sueños diurnos", de 1.907, Freud retoma el tema de la fantasía en la neurosis y en el arte, "El poeta es un niño que juega" dirá.

Por otra parte de pueden pensar las fantasías como representaciones no destinadas a convertirse en actos. En ellas resurgen las tendencias infantiles. Ante el trauma, la defensa tiene un objetivo: rechazar fuera de la conciencia la representación inconciliable. Los resultados de la defensa respecto al afecto y al contenido de las representaciones producirán formas particulares de síntomas. Los mecanismos como sabemos serán la conversión (histeria), el desplazamiento (neurosis obsesiva) y la transformación (neurosis de angustia).

La neurosis es pues un éxito de la defensa, que provoca el conflicto histérico, el autoreproche obsesivo y la mortificación en el caso de la paranoia, mientras que la perversión es un fallo en la represión de la sexualidad infantil.

En el texto sobre "La perdida de la realidad en la neurosis y en la psicosis", Freud nos dice que el neurótico sustituye una parte de la realidad intolerable por la fantasía, tomando de allí el material para la constitución de su deseo y en la psicosis también ésta constituye el lugar de donde se recoge el material o el modelo para edificar la nueva realidad. Pero el psicótico reemplaza la realidad exterior; y en cambio, el neurótico se apuntala en un fragmento de la realidad -diverso de aquel contra el cual fue preciso defenderse-, prestándole un significado particular y un sentido secreto. Así, para ambas, neurosis y psicosis, no sólo cuenta el problema de la pérdida de realidad, sino el de un sustituto de realidad.

2.- El fantasma

Después de abandonar su "neurótica", Freud se da cuenta de que el trauma es una noción ambigua, ya que de acuerdo con la evidencia clínica, su dimensión fantasmática es infinitamente más importante que su dimensión de acontecimiento. Esto implica la consideración en la dimensión del Edipo y de la sexualidad infantil.

a) El desencadenamiento clínico de la neurosis, la presentación de síntomas que perturban al $ (sujeto) siempre tiene lugar por el encuentro con un goce que él desconoce y se tambalea la garantía homeostática del fantasma. Incluye un sentimiento de impotencia y por ejemplo podríamos decir que la depresión es una sacudida del fantasma.

b) El fantasma fundamental es el equivalente a la represión originaria. O dicho de otra manera, al modo de relación del $ con sus objetos sustitutos de ese objeto privilegiado y originario que nunca pudo ser igualado y al que la histérica dirige sus accesos de vértigo y de llanto y el obsesivo su imposibilidad y su pregunta por la existencia y la vida.

c) En los neuróticos son inconscientes y de gran importancia para la génesis de síntomas diversos, pues equivalen a las formas en que los componentes reprimidos de la libido encuentran su satisfacción. Constituyen también la base de los sueños. Freud cita aquí, la novela familiar del neurótico.

d) Por último las fantasías representan un dique contra el incesto.

Fantasía, neurosis y perversión

Si esto hoy lo podemos entender con tanta facilidad es gracias a la formula de Lacan: el fantasma neurótico es siempre perverso. Es decir la relación de $ <> a, o menor dicho, moi <> i(a), no es placentera, ni encaja sino que la pulsión sexual de los neuróticos muestra todas las perversiones, es decir todas las desviaciones respecto al fin y al objeto sexual. Por eso, al neurótico el fantasma le avergüenza, no habla de él, porque se le presenta en contradicción con sus valores morales y al mismo tiempo, toma del discurso de la perversión el contenido de sus fantasmas.

Las distintas estructuras fantasmáticas y las diversas estructuras clínicas pueden ubicarse como modos de respuesta frente a la división del sujeto y a la cuestión del deseo del Otro.

Fobia: el objeto fóbico hace de muralla para el goce, miedo a algo concreto.

Obsesión: Ante la irrupción de ese "goce A", toma a su cargo el incumplimiento del padre, asegurando así a éste (al padre) una función idealizada de dominio. ¿Qué es un padre? ¿Qué es un hijo?

Histeria: La pasión de Freud por el significante tiene el inconveniente de no permitirle ver (la repetición) que el síntoma mayor de Dora no es otra cosa que la incesante repetición de los mismos pensamientos acerca de la relación de su padre con la señora K. Es decir, Dora entra en análisis revestida de una temática pasional, de intriga y Freud comete un error sobre la naturaleza del deseo de la histérica, que prefiere el saber a la verdad del goce. Dora no se resigna al irrisorio goce fálico y esa temática pasional se debe al goce que la histérica obtiene del saber del Otro (la mujer) sobre el goce de su padre.

El fantasma inconsciente es lo que determina para un sujeto su realidad. A través de él capta el mundo e instituye un "A" para el cual el $ sabría lo que él es, mediante el cual sólo le queda repetir indefinidamente situaciones e las que siempre realiza sin saberlo la misma respuesta.

Freud advierte que las fantasías conscientes de los perversos, que en circunstancias favorables pueden transformarse en actos, los temores delirantes de los paranoicos, las fantasías inconscientes de los histéricos y los obsesivos, descubiertas detrás de sus síntomas, coinciden en su contenido hasta en detalles aislados.

Lo repudiado de lo infantil vuelve de forma inconsciente a través de lo que Freud llama las formaciones del inconsciente y permanece en el fantasma aislado del resto de la neurosis, extranjero a la articulación significante. Permanece, vuelve es algo inexacto, pues no se trata de una secuencia temporal, sino de un fenómeno de discurso.

La consideración de fenómeno de discurso frente a secuencia temporal lleva a la consideración de que el autoerotismo, el narcisismo y la elección de objeto entrarían en la misma lógica. Freud se da cuenta en 1910 de que la diferenciación temporal entre autoerotismo (primera elección de objeto) y amor objetal no existe, pues niños de 3 a 5 años (cito textualmente) pueden verificar una definida elección de objeto, acompañada de intensos afectos. La diferenciación no es temporal es formal en el sentido de la forma de relación con el objeto. Esta consideración sirve para teorizar las Identificaciones y comenzar a formular la segunda tópica: Ello, yo, superyo.

El objeto del deseo: Fantasía o señuelo

El objeto del deseo es una fantasía que en realidad es el sostén del deseo, o un señuelo. El análisis que realiza Freud del amor nos permitirá progresar sobre este tema del señuelo, con respecto a la relación del sujeto con lo real.

Que hay ahí real, no es en absoluto dudoso, pues el objeto de amor sólo se convierte en objeto de deseo, vía significante, y no se relaciona con la realidad y con la experiencia.

En 1915, Freud se replanteará las organizaciones pregenitales, más en el sentido de las relaciones de objeto que de la formulación primitiva de las zonas erógenas.

1.- Oral: asimilación del objeto (autoerótica)

2.- Sádico-anal: aparece la polaridad sexual y el objeto exterior (masculino activo, femenino-pasivo).

3.- Fálica: En 1923 añade que el objeto está sexualizado, pero no reconoce sino un aparato genital, el masculino. Este falo imaginario que articulará la castración simbólica cuando la metáfora paterna haga del deseo de la madre, algo mediatizado.

Lo que queda como resto de las primeras relaciones prepara la elección de objeto. Esta conceptualización unifica el inconsciente, la repetición, la transferencia y la pulsión y apunta hacia el "objeto a". En resumen: La actividad fantasmática (sueños diurnos) es para Freud una nostalgia del funcionamiento primario, una renuncia a apoyarse en objetos reales, un consuelo. Los objetos reales son sustituidos por objetos fantaseados en la neurosis. Pero además existe una relación clara entre el fantasma y la pulsión.

El neurótico, histérico u obsesivo pierden su relación con la realidad, pero no rompen su relación erótica con las personas y las cosas, la conservan en su fantasía.

Por eso, la libido objetal parece alcanzar su máximo desarrollo en el amor, el cual se nos presenta como una disolución de la propia personalidad a favor de la carga de objeto. Hemos comenzado a amar para no enfermar y enfermamos en cuanto una frustración nos impide amar. Es una manera de decir, que las condiciones de goce determinan la elección de objeto de amor.

Rasgos perversos del fantasma en la neurosis

Contrariamente a la teoría de la adaptación como criterio de normalidad, Freud ha indicado que el individuo cae enfermo y entra en la neurosis cuando trata de abandonar un tipo de satisfacción fantasmática, por un objeto que significa "un progreso en el sentido de la vida real".

Siguiendo la estela de los conceptos freudianos y manteniendo la ruptura estructural entre neurosis y psicosis, Lacan nos dirá que los rasgos perversos del fantasma no destituyen al sujeto de su lugar de sujeto, en la neurosis. Para Freud, nos dice J. Lacan, se trata de captar la diferencia de estructura existente entre la retracción de la realidad que observamos en las neurosis y la que observamos en las psicosis.

En el desconocimiento, la negativa, la barrera que el neurótico opone a la realidad comprobamos que recurre a la fantasía. Hay aquí función y en el vocabulario de Freud, esto no puede remitir sino al registro imaginario. Sabemos hasta qué punto las personas y las cosas del entorno del neurótico cambian totalmente de valor, y lo hacen con relación a una función que nada nos impide llamar imaginaria. Imaginaria se refiere aquí, primero, a la relación del sujeto con sus identificaciones formadoras, y segundo, a la relación del sujeto con lo real, cuya característica es la de ser ilusoria. Ahora bien, Freud señala que en la psicosis no sucede nada semejante. Cuando el sujeto psicótico pierde la realización de lo real no vuelve a encontrar ninguna sustitución imaginaria. Esto es lo que lo distingue del neurótico.

La articulación entre la enunciación y el enunciado

¿Qué quiere decir sostener una palabra? Que el sujeto del inconsciente responda de lo que dice, o mejor que sepa que es responsable de lo que dice, de su enunciación.

Decir que nuestra enunciación responde, que sostiene nuestro enunciado, no tiene más prueba que el "pase". Es decir, el pase es una forma de dar cuenta de que cuando un sujeto enuncia algo es capaz de testimoniar, es decir de trasmitir la articulación de su enunciación con su enunciado. Estar en un punto donde se accede a algo que pertenece al orden de una certeza y de un cierto deseo.

Lacan nos dice que esto no es fácil porque justamente en S de A/[A mayúscula barrada] el objeto del deseo o el objeto de la certeza es algo de lo que nada puede decirse. No es fácil, pero el mismo Lacan nos pone un ejemplo al respecto que toma de la vida cotidiana y del analista mismo:

"... puede decirse que en la vida, las personas que, como habitualmente se dice, inspiran confianza, son personas que precisamente sentimos deseantes, pero de un deseo que para ellas mismas sigue siendo, diría, enigmático, velado, y se aprecia que el objeto de su deseo también les es enigmático, y por el contrario, aquellas personas que inspiran un juicio ético de eventual desconfianza, esas personas que nos hacen decir: es un hipócrita, un falso, o es un ambicioso, y en general, términos más o menos parecidos, son precisamente aquellas personas que no desconocen el objeto de su deseo y que pueden descifrarlo con toda precisión, incluso diría que aquello que nos inquieta en ellos, es que la voz de la fantasía (fantasme) es en ellos tan fuerte que no habría esperanza para la voz de S de A/(A mayúscula barrada]; y ya que hablo de confianza, ustedes pueden apreciar que se plantea el problema de las condiciones por las cuales un analista es digno de confianza y en qué lo es. Sumariamente, su deseo debe tender a mantener la barra y a llevarla al grado de incandescencia".

Autor: Pilar Dasí - 29/11/2003