"...mejor, pues, que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época." J. Lacan.

El reverso de la institución, aún

Pilar Dasí Crespo

Intervención en el seminario Espacio-Escuela - Barcelona 16 de octubre de 1.999

El Acta de Fundación del 21 de Junio de 1.964(1) termina diciendo que "la Escuela es asunto de quienes, psicoanalistas o no, se interesan por el psicoanálisis en acto. A ellos se abre la Escuela para que pongan a prueba su interés no estándoles prohibido elaborar su lógica". Con esta enunciación Jacques Lacan invita a cada cual a descubrir los escollos y las promesas(2) que se inauguran con su acto.

Para abordarlos, en este contexto y para este espacio, aquí en Barcelona, he centrado mi interés, en primer lugar, en los Estatutos(3) redactados por Sacha Nacht(4) y por Jacques Lacan(5), para el Instituto de Psicoanálisis, detonante de la Escisión de 1.953, y en segundo lugar, en el Acta de Fundación de 1.964 y en la Proposición del 9 de Octubre. Todos ellos, sobre un fondo de relectura del Seminario XVII, como evoca el título de mi intervención.

Recordareis que los Estatutos de Nacht planteaban como cuestión de fondo la legitimidad de los didactas y su concepción de los conceptos de resistencia y transferencia, con relación a los análisis didácticos que la Sociedad sancionaba. Los de Lacan implicaban una concepción del psicoanálisis que en el contexto refiere al cuerpo fragmentado, diciendo que sus Estatutos son el instrumento de un espejo en el que quiera el cielo que anticipe su unidad. En ambos hay una diferencia radical en la lógica que les sostiene y que alcanza a la estructura política organizativa de que se dotan.

Es cierto que el propio Lacan necesita diez años y muchas experiencias para asir los elementos que quería para su Escuela y tres años más para plantearse que psicoanalista para la misma. Y, es así como entiendo la diferencia estructural entre el 64 y el 67, y es así como voy a tratar de transmitir la enseñanza que los dos textos --que han acaparado mi atención en segundo lugar--, me han proporcionado para abordar la problemática actual de debate hacia una Escuela que se plantea en una coyuntura de la que no se pueden olvidar tampoco, sus antecedentes. A saber, la grave crisis de la AMP y los escollos que también ésta se encontró a la hora de desplegar el pase en sus Escuelas.

Resumiendo mucho --ya otros han escrito al respecto-- se me ocurre que durante seis o siete años se gestaron en la AMP las tensiones inevitables, consecuencia de la puesta en marcha del pase en el seno de un modelo organizativo que se sostiene en la falsa complacencia. La alternativa, que nos propone J. Lacan en el Acta de Fundación, ante este inevitable de la política, es tomada por la vía del inconsciente, para evitar el engorro que hace que no atinemos y que nos quedemos encallados(6).

La Escuela, tal y como es pensada en el 64, surge de una precipitación, la excomunión de J. Lacan, que tal y como la fundamenta él mismo en el Seminario XI, implica que no hay posibilidad de retorno(7). De ahí la radicalidad de su acto y del de cada uno que le siguió. Las consecuencias son conocidas: el psicoanálisis en Francia y en otros países lleva a partir de ese momento la firma de J. Lacan. No voy a insistir sobre el viraje que este acto produce en el psicoanálisis en el mundo, pero si me referiri a algunas enseñanzas que podemos extraer apres-coup.

Es a partir del Acta de Fundación y la conceptualización del objeto a, bordeando la lectura lacaniana de los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, donde se marca un antes y un después de los fundamentos del psicoanálisis. Pero no sólo eso; también, la inserción en la cultura del pensamiento de Freud adquiere nuevos relieves con la lectura que hace Lacan de los textos freudianos. Esto es un hecho para la historia de la cultura del siglo XX, pero me pregunto si también es un hecho para la o las comunidades analíticas que tomaron a su cargo la tarea de transmitir este acto de fundación.

Quizás fue una pesada carga para los lacanianos de los años 60 y 70, quizás se enredaron mas en los escollos que en las promesas, quizás buscaron donde no debían, produciendo la llamada nebulosa que peyorativamente, la AMP ha tratado de anular durante años sin analizar las causas de su existencia, mas allá de la consideración de las desviaciones teóricas o de las criticas políticas. Con la perspectiva que da el tiempo, aunque sea aún breve, me parece que este tratamiento perseguía una finalidad, inteligente sin duda para la consolidación de la AMP, pero nefasta, en mi opinión, a los intereses del psicoanálisis mismo.

Con relación a eso, rescato otra enunciación de Lacan, para abordar mi reflexión sobre el Acta y la Proposición. "Solo es factible entrometerse en lo político si se reconoce que no hay discurso y no sólo el analítico, que no sea del goce, al menos cuando de él se espera el trabajo de la verdad". ?¿Cómo plantea en el Acta de fundación este problema? ¿Cómo lo plantea en el 64, si entendemos la verdad en su dimensión lógica?.

Pues bien, creo que después de referirse a las promesas y los escollos que la Escuela como experiencia inaugural presenta, y de plantear los principios en los que se sostiene, nos advierte de que "ningún aparato doctrinario, y en particular el nuestro, por propicio que sea a la dirección del trabajo, puede prejuzgar sobre las conclusiones que serán su resto"(8). Magnífica apertura --y me refiero al reto de elaborar la lógica que sostiene la Escuela--, pero también excelente final donde no escamotea lo real en juego en toda institución analítica. Y todo eso en pocas paginas. ¿De qué elementos dotarnos para jugar la partida?

Es precisamente en este punto, refiriéndose a la interrogación sobre lo que nos guía, donde J. Lacan revela su razón, que yo distingo en tres vectores: la conceptualización de la transferencia de trabajo, la advertencia sobre el uso del poder y el enquistamiento del pensamiento en la comunidad analítica.

Con relación al primer vector, Lacan se plantea la cuestión de la enseñanza, para dejar claras las coordenadas. Considera que la enseñanza del psicoanálisis no tiene problemas en el mundo, mas bien cuenta con la benevolencia social desde la época del Freud. Anticipa así lo que mencionaba antes al respecto: que hoy el psicoanálisis esta en todas partes y su corpus tesrico forma parte del acervo cultural del siglo XX. El problema para Lacan, tal como lo entiendo en esta aproximación, se sitúa en la transmisión del psicoanálisis con efectos de saber: "La enseñanza del psicoanálisis no puede transmitirse de un sujeto a otro sino por las vmas de una transferencia de trabajo. Los seminarios, incluso los de Altos Estudios, nada fundaran si no remiten a esta transferencia".

Es a este respecto que hago mi primera reflexión respecto a la historia reciente de la AMP. La distinción radical entre transferencia de trabajo y militancia política, es un factor que traigo a debate.

El segundo vector adelanta refiriéndose a la institución analítica, lo que desarrollara mas tarde en el Seminario XVII y en los textos de los años 70 en cuanto a la formalización de los discursos, al afirmar que en la vía abierta por Freud puede percibirse la razón por la que el marxismo fracasa en dar cuenta de un poder cada vez mas desmesurado y loco en cuanto a lo político, que incluso podría desempeñar un efecto de reactivación de su contradicción.

Aquí también advierto una diferencia radical en cuanto a la concepción del poder en el psicoanálisis y en la política. El dominante, agente del discurso en el caso del discurso analítico, es explícito al respecto: encarnar el poder del objeto a condición de no usarlo(9). Es así como entiendo las afirmaciones lacanianas sobre Marx y el marxismo con relación a la famosa consigna lacaniana: Freud y Marx no dicen tonterías.

El tercer vector, plantea el enquistamiento del pensamiento y la incapacidad de los psicoanalistas de juzgar los males en los que están inmersos, y lo toma del lado de las consecuencias sobre el dispositivo analítico mismo y sobre la formación del analista. No se trata de que la Escuela no disponga de psicoanalistas irreprochables, al contrario, afirma, se trata de que la Escuela misma debe cuestionar los principios de una habilitación patente.

Esta afirmación es evidentemente otra llamada al debate, pero además, mas allá de un trabajo de critica, en mi opinión, se trata de la apertura al fundamento de la experiencia, tal y como el deseo de Freud impone, si se quiere testimoniar desde el orden ético; es decir, desde el orden del deseo como determinado por la castración.

La apuesta respecto a la Escuela, se refiere entonces, a cómo lograr una organización eficaz donde lo que está en juego sea la transferencia de trabajo, que no represente la consolidación de la jerarquía y donde sea posible una elaboración de saber, nada mas ni nada menos.

Volviendo a la reflexión fundamentada en los textos institucionales del 64/67, observo que tres años después de ese Acto que le lleva a fundar su Escuela, en La Proposición del 9 de Octubre de 1.967 sobre el psicoanalista de la Escuela, y en el marco de la distinción sobre jerarquía y gradus, J. Lacan vuelve sobre los tres puntos aislados (La transmisión del psicoanálisis por la transferencia de trabajo, el uso del poder político y la parálisis del pensamiento de la comunidad analítica), poniendo sobre el tapete las consecuencias éticas respecto a la finalidad misma del psicoanálisis.

Lacan acentúa la relación entre el atascamiento y la jerarquía que reina en el psicoanálisis, y que él designa en el contexto como la cooptación de sabios. Me parece interesante retomar el efecto que recoge de tal experiencia, pues dice sin paliativos que la jerarquía promueve el retorno del estatuto que conjuga la emergencia narcisista y la astucia competitiva, contrario a los fines del psicoanálisis, al producir un retorno de lo que el psicoanálisis mismo pretende liquidar.

En efecto, J. Lacan destaca que las consecuencias derivadas de la naturaleza de las sociedades analíticas, ya fueron desveladas por S. Freud en su concepción de toda estructura de grupo(10) (la Iglesia y el Ejército)(11). Pero al respecto teoriza, y esto es lo nuevo, que la consideración del sujeto supuesto saber, agregada a la comprensión de toda dinámica de grupo, incorpora nuevos elementos para pensar su incidencia en el psicoanálisis mismo y en los modos organizativos de los que nos dotamos, por lo cual es necesario poner en juego cómo articular después de un siglo de experiencia continuada lo que sigue inarticulado: la terminación, el objeto y la finalidad de un psicoanálisis(12).

Así pues, entiendo que el texto no solamente es una critica a las sociedades existentes en psicoanálisis, sino un intento de hacer emerger ese punto de real, sin ocultarlo, para "captar en ese defecto la articulación que falta". Es, en este contexto de discurso, donde vuelve a referirse a la Escuela como experiencia inaugural, pero ahora con relación al análisis mismo. Cito: "Se olvida en efecto, la razón de su prestancia, que reside en constituir el psicoanálisis como experiencia inaugural, llevarlo hasta el punto que figura su finitud, para permitir el apres-coup, efecto de tiempo, como se sabe, que le es radical".

De esta forma, plantea la lógica de la Escuela, como la lógica de la experiencia analítica misma, al rescatar las aportaciones freudianas de los años 20 respecto al yo y lo colectivo y la consideración de la identificación y los ideales como elementos a considerar en los grupos humanos. Y considero importante tener esto en cuenta como punto de partida en el momento en que una comunidad se organiza como Escuela. Pero, además, plantea la consideración del tiempo como un factor estructural, no contingente de la experiencia analítica, y es por eso que apuesto por un tiempo de comprender vinculado a la estructura de la Escuela misma, para poder desplegar la experiencia hasta un punto de finitud que permita extraer un saber de la experiencia.

Es a partir de esta consideración que, terminación, objeto y finalidad del psicoanálisis, se me revelan solidarios de la transferencia de trabajo, el uso del poder y el avance de las elaboraciones de la comunidad analítica que tratamos de construir, pues sabemos que el grupo es real pero también que podemos disponer de los recursos lógicos de lo simbólico para tratarlo. Al respecto, sólo el pase puede modificar lo real al hacer zozobrar la seguridad fantasmática que constituye para cada uno su ventana a lo real, y sólo la relación a la causa analítica puede limitar la tensión entre el goce de cada cual y el movimiento segregativo que origina.

Es en este punto donde advierto un viraje respecto al Acta de Fundación. Ahora es mas preciso respecto a como ser/volverse responsable del progreso de la Escuela. Ya no se trata solo de que se ponga a prueba el interés, el deseo, etc., sino que la Escuela sea el resultado de los vectores que J. Lacan plantea como elementos básicos: el cartel, el pase, la permutación, etc., y eso por considerar una referencia clmnica sobre el fin del análisis: Hablar de destitución subjetiva nunca detendra al inocente, cuya ley es su deseo, si no es por la vía de alcanzar el ser del saber para reconocer en su anudamiento una banda de borde único donde se inscribe una sola falta, lo que sostiene el agalma(13).


(1) Jacques Lacan. El Acta de Fundación.

(2) Jacques Lacan. El Acto de Fundación. 1.964

(3) Jacques-Alain Miller. Escisión, excomunión, Disolución. Tres momentos en la vida de Jacques Lacan.

(4) Noviembre del 52

(5) Enero del 53

(6) J. Lacan. Seminario XVII. El reverso del psicoanálisis. Apartado: Los ejes de la subversión analítica.

(7) Referencia a la excomunión mayor de Spinoza.

(8) Jacques Lacan. Acta de Fundación.

(9) J. Lacan. Seminario XVII. Apartado: El campo lacaniano.

(10) S. Freud. El Malestar en la cultura.

(11) S. Freud. Psicología de las masas y análisis del yo.

(12) Jacques Lacan. La Proposición del 9 de Octubre de 1.967

(13) Jacques Lacan. Proposición del 9 de Octubre de 1.967 sobre el psicoanalista de la Escuela.

Autor: Pilar Dasí - 16/10/1999